Falla: El estreno de las siete Canciones Populares españolas

Falla escribió las siete canciones populares en 1914, durante los últimos meses de su estancia en París.

Al año siguiente, con motivo de un homenaje a Falla y a Turina, fueron estrenadas en el Ateneo de Madrid . Las cantó Luisa Vela con el propio Falla al piano.Según el testimonio de María Lejárraga, el estreno supuso un inesperado fracaso:
                         "fueron recibidas por él [auditorio] con evidente frialdad,  
                         cortesías un tanto desdeñosas y absoluta incomprensión”.


Probablemente el público madrileño esperaba algo más “internacional” y menos “pintoresquista” de un cosmopolita que regresaba de París.
Pronto, sin embargo, las canciones adquirirían enorme popularidad, erigiéndose como la página vocal más y mejor difundida de toda la obra fallesca, desde la remota canción “Tus ojillos negros” (1902-03).
En un artículo “Nuestra Música” (1917) Manuel de Falla indica algunos aspectos interesantes respecto a la  canción popular:  

“Más que utilizar severamente los cantos populares, he procurado extraer de ellos el ritmo, la modalidad, sus líneas y motivos ornamentales característicos, sus cadencias modulantes [...]. 
Pienso modestamente que en el canto popular importa más el espíritu que la letra [...]. 
Aún diré más: el acompañamiento rítmico y armónico de una canción popular tiene tanta importancia como la canción misma
Hay que tomar, por tanto, la inspiración directamente del pueblo, y quien no lo entienda así, sólo conseguirá hacer de su obra una imitación más o menos ingeniosa de lo que se proponga realizar”.


Como Grieg, Kodály, Bartók, Enesco o Janáceck, Falla indaga personalmente en lo popular en un fecundo proceso simbiótico.
Las Siete Canciones son –como las Cinco Melodías Populares griegas de Ravel - genuinas canciones de arte exquisitamente moduladas, en las cuales los detalles refinados no oscurecen el sentido de unas raíces antiquísimas profundamente arraigadas en la cultura popular.


El preciosismo y minuciosidad de Falla hace que las líneas melódicas extraídas del folklore, modificadas en mayor o menor medida, se vistan con un acompañamiento de exquisita factura. La aparente simplicidad oculta un concienzudo y hábil tejido armónico y rítmico, capaz de transformar la más sencilla tonada popular en objeto de culto universal.

Fuente consultada: libretos de iberiaestudio

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